Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
Liturgia de la Cuaresma
Ustedes no recibieron un espíritu de esclavos para volver al temor, sino que recibieron un espíritu de hijos adoptivos, el que nos enseña este grito: ¡Abba!, o sea: ¡Padre!
Romanos 8, 15
Tú eres hijo mío; hoy te he dado a la vida.
Salmo 2, 7
Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo.
2 Samuel 7, 14
Son palabras proféticas y nos hablan de Dios, que es Padre en el sentido más elevado y auténtico de la palabra. Dice Isaías: “Yavé, tú eres nuestro Padre, nosotros somos la arcilla y tú eres el alfarero, todos nosotros fuimos hechos por tus manos.”
Isaías 64, 8
Shema Israel!
Y Sión decía: “Yavé me ha abandonado, el Señor se ha olvidado de mí.” Pero, ¿puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar
de querer al hijo de sus entrañas? Pues bien, aunque se encontrara alguna que lo olvidase, ¡Yo nunca te adandoneré!
Isaías 49, 14-15
Shema Israel!
Es significativo que en los pasajes del profeta Isaías, la paternidad de Dios adquiere connotaciones inspiradas en la maternidad. En la plenitud de los tiempos mesiánicos, Jesús anuncia muchas veces la paternidad de Dios en relación con el ser humano, de acuerdo con numerosas referencias del Antiguo Testamento. Para Jesús, Dios no es solamente el Padre de Israel, el padre de los hombres, sino el Padre suyo, mi Padre.
Audiencia general, Ciudad del Vaticano, 16 de octubre de 1985
Padre nuestro, Padre de los Cielos, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad: en la tierra como en el Cielo.Danos hoy el pan de este día y perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la prueba, sino que líbranos del Malo.
Mateo 6, 9-13 San Pedro,
22 de marzo de 1995
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